Lo quiero tanto que lo quiero todo de él, y todo es lo que tengo: lo veo todos los días, le puedo llamar a todas horas, puedo encaramarme a su cama de hospital, puedo comer todos los días de la semana con él, puedo desayunar con él. Tengo a la persona que quiero a mi lado y así va a ser toda nuestra vida. Créeme, no tengo el premio de consolación. (Estíbaliz Ruiz de Gauna, victimóloga. Los ritos del agua ) Todos deseamos una persona que nos ame tanto, tanto, y que nos conozca tan bien, que no necesite ninguna palabra o gesto para rodearnos con sus brazos y entregarnos ese puerto escondido que anhelamos a lo largo de nuestra vida. Pero para eso, tenemos que importarle mucho a alguien. Mucho. Muchísimo. Y no era mi caso. Allí estaba yo, desnudo, colgado bocabajo por la cruel inercia de aquel horizonte. Con mis manos atadas a la espalda y los tobillos desollados por la mordedura de una áspera soga. El sol había quemado mi cuerpo y las más terribles de las tempestades lanzaban ahora todo
Osado, imprudente y temerario lector. Está usted a punto de adentrarse en un mundo desconocido,donde la tristeza y la pasión son inseparables. Un mundo repleto de gemidos en la noche, jirones en sensibles corazones, insomnio y duras lágrimas sobre intencionadas miradas. Un mundo de maliciosas gotas de sangre, rosas con espinas y educadas sonrisas tras cada venganza. ¿Se atreve a entrar? Benvenuto nella Cosanostra.