Silencio. Silencio, soledad, vacío…siempre eran las constantes allí. Un lugar frío, desapacible, ajeno a cualquier atisbo de humanidad, donde apenas se podían encontrar a cuatro o cinco personas a la vez y en el que las pocas charlas que se establecían acababan resultando anodinas, triviales, insulsas, superficiales, convirtiendo el sitio en una farsa de estúpidos actores y de cientos de fingidas y banales conversaciones, parapetadas tras toneladas de hipocresía y puñados de fingidas sonrisas. Llovía. La luz natural era presa de las nubes más absolutas y el día se presentaba aciago, triste, moribundo. A través de las ventanas se escurrían las sombras más sigilosas, a pesar de que el sol luchaba en buena lid por huir del anonimato… Me dirigía hacia allí. Mi cuerpo esperaba ya el acostumbrado y desagradable escalofrío al entrar en el lugar, y mi cabeza se disponía a inhibir a mi persona y comenzar la habitual interpretación. Pero no fue así. Esta vez no. Cinco segundos… só
Osado, imprudente y temerario lector. Está usted a punto de adentrarse en un mundo desconocido,donde la tristeza y la pasión son inseparables. Un mundo repleto de gemidos en la noche, jirones en sensibles corazones, insomnio y duras lágrimas sobre intencionadas miradas. Un mundo de maliciosas gotas de sangre, rosas con espinas y educadas sonrisas tras cada venganza. ¿Se atreve a entrar? Benvenuto nella Cosanostra.