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Mostrando entradas de mayo, 2018

Hasta el próximo sueño

La pasada noche, por sorpresa y sin esperarlo, soñé contigo. Discontinuo descanso, inusuales períodos de desvelo, una atmósfera extraña que no invitaba a la calma y alejaba a la relajación. Entre las primeras tinieblas del día, justo en el momento en el que todo es difuminado y ambiguo, he despertado, azorado, con las ideas pastosas y los recuerdos muy acuciantes, con tu imagen en mis córneas, tu olor en la retina de mi nariz y tu presencia muy, muy cerca, en cada trazo de mi piel. Intercambio de palabras, un paseo, rostros serios, algunas intenciones aún bailando y demasiadas cosas por decir. Así pintaba el cuadro. Sabes de la rareza y del poder de mi intuición o, como me gusta llamarlo: «mi olfato». Te he sentido muy próxima, muy palpable. He percibido tu inigualable energía de forma meridianamente clara, te he sentido muy muy próxima, filtrándote por mis sentidos con la venenosa suavidad del silencio y de la oportunidad. Todavía a estas horas, casi ya agotado el día, intento descif

...Para dormir cuando no estés

Hace años, entre siestas y oscuras noches, conducía por angostos desfiladeros y polvorientas carreteras. Acudía a mis citas semanales con la responsabilidad y las ganas de aprender. Regresaba a mi sofá agotado, con la voluntad maltrecha e intactas las ganas de huir hacia adelante.  En aquellos kilómetros en los que los demonios asomaban con demasiada osadía, la música hacía las funciones de útil adormidera. Una de esas canciones se me quedó grabada, no tanto por su significado sino por lo que quería significar. Una canción en la que cualquiera de ustedes se podría sentir portagonista. Hoy he intentado crear una historia en torno a ella. Disfruten... y duerman, si lo acaban consiguiendo. En un viaje a un mundo por países de los que no supe volver. Allá, oculto entre las multitudes, agazapado tras volutas de extrañas lenguas y desiertos de asfalto, lo encontré, oculto, sin querer. Bajo cientos de lunas y miles de soles dialogamos sin pausa ni tregua. Me contó secretos

Historia contra el tiempo

Sus ojos verdes desafiaban a toda belleza a su alrededor. Retaban al entorno a un ilegal duelo a placer, sin padrinos ni testigos, y sin más armas que la contemplación y el lindo trazo. El sol empezaba a gobernar con demasiada autoridad las naves del estío, y las sombras se convertían en anhelados refugios de sofocadas pieles y pastosos alientos. Era media mañana. Una suave brisa conmovía a los los sentidos, y el inicio de largas semanas de descanso invitaba al ensueño y a la incertidumbre. Su oscuro pelo se mecía con gracia al compás de sus suaves palabras, palabras que destilaban un dulce embozo de elegantes formas y educadas maneras. Dialogaban. Él gesticulaba exageradamente, ella lo neutralizaba con más gracia que desacierto. Desde la media distancia, apontocados entre la prudencia y la pillería, nosotros, que por aquel entonces profesábamos como principal oficio la bisoñez , observábamos la escena, prestos al rescate de la damisela y al secuestro de nuestro amigo. El s

Ilusiones

“No te alejes de tus ilusiones. Cuando éstas desaparezcan, seguirás existiendo, pero habrás dejado de vivir” (Mark Twain). Caminamos, seguimos nuestro sendero. Paso a paso, latido a latido. Cruzamos angostos puentes, nos adentramos en mágicas nebulosas y desafiamos a impetuosas tempestades. Navegamos sobre salinas situaciones, chapoteamos encima de tramposos lodazales y perseguimos ese prometedor horizonte que divisamos en la más absoluta lontananza de nuestros sentidos. Pero se equivocarían si creen que esto importa. En absoluto. Hay personas que siguen y siguen ese su camino por pura inercia, inmersos en un triste y trivial devenir que subyuga su alma y oscurece su espíritu. Personas grises, habituadas a una mediocridad diaria, cobijadas en un famélico sentimiento de conformismo y regocijadas en un cobarde y condenatorio adocenamiento. Personas sin meta alguna, sin color, sin ilusión. Ilusión, ilusiones. ¿Tienen alguna? ¿Saben cómo tenerla? ¿Recuerdan lo que se siente? ¿Se

¿Por qué la Luna está tan sola?

Hace unas cuantas noches, en un silencioso y apartado lugar, bajo una gran luna llena, escuché la siguiente historia. Pertenece a los indios Innu. No la conocía y me pareció muy bonita. He querido compartirla con ustedes.   La luna tenía un amante llamado Kuekuatsheu. Ella y Kuekuatsheu vivían felices en el mundo de los espíritus y cada noche miraban juntos el cielo lleno de estrellas. Un día, un espíritu llamado Trickster, prendado de la belleza de ella,  se puso celoso del amor de ambos y decidió que quería a la Luna sólo para él, así que ideó un plan: le dijo a Kuekuatsheu que el mayor deseo que la Luna anhelaba era tener un bonito ramo de flores, y que si realmente la amaba, debería bajar a la tierra y reunir los más hermosos ejemplares para ella. Kuekuatsheu baj ó a nuestro mundo a buscar las más bellas flores para su Luna, pero cuando intentó regresar junto a su amada, no pudo hacerlo. Todo había resultado un cruel y malvado engaño de Trickster para aleja

Córdoba en la literatura

(He recuperado un texto que hace muchos años que escribí. No recuerdo quién me lo encargó ni por qué, ni tampoco si está publicado o no. Aún sabíamos hacer este tipo de cosas sin internet...) Para escribir sobre una ciudad hace falta  haber sido previamente poseído por ella. (Antonio Muñoz Molina, Córdoba de los Omeyas ) Córdoba, quién no conoce el espacio, Córdoba la Llana ...Quién no conoce Córdoba, capital de la Hispania Ulterior, joven alma de la Bética, noble corazón de Al-Andalus. Pero, ¿qué hay de la otra? ¿Qué hay de la Córdoba musa, inspiración de poetas? ¿qué sabemos de esa Córdoba? O, mejor dicho, ¿cuánto ignoramos? Responder a estas preguntas es mi intención y también descubrir un poquito más esta ciudad, el único lugar en el que puedo serviros de guía sin que sea demasiado evidente mi torpeza.  A veces, paseando por las angostas calles del barrio antiguo, multitud de sensaciones asaltan mi cabeza y forcejean entre ellas hasta concederme un ligero aroma a h