Una hora pasa ya de la medianoche. La ciudad adormece y una gran y mágica luna llena preside el horizonte, atenta a esos oscuros nubarrones que se desplazan con parsimonia y cierta elegancia. Frío, silencio y en la lejanía ese sordo murmullo de voces que se van apagando en las tinieblas de cada hogar. Me siento bien, muy bien, y quería compartir este momento con ustedes. Un momento en el que me encuentro envuelto por una energía positiva que me revitaliza, que me hace vibrar y que me hará muy complicado conciliar luego el sueño. Un momento que me invitar a escribir, a producir letras sencillas, simples, sin alarde conceptual o formal alguno ni otro intento de reto literario. Esta noche toca sentir un poquito, con la banda sonora del tic-tac de mi reloj de búhos y el repiqueteo de las blancas letras de mi teclado. Hace un rato he mantenido una agradable y bonita conversación con una amiga. Una conversación de esas que todo el mundo necesita, que pocos saben apreciar y que - yo al menos
Osado, imprudente y temerario lector. Está usted a punto de adentrarse en un mundo desconocido,donde la tristeza y la pasión son inseparables. Un mundo repleto de gemidos en la noche, jirones en sensibles corazones, insomnio y duras lágrimas sobre intencionadas miradas. Un mundo de maliciosas gotas de sangre, rosas con espinas y educadas sonrisas tras cada venganza. ¿Se atreve a entrar? Benvenuto nella Cosanostra.