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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Cuento de Navidad

Érase una vez un frío e inhóspito lugar, muy lejos de todo, con montañas y campos cubiertos de nieve donde apenas entraba el sol. En este lugar había un enorme castillo de hielo, en cuyas paredes, pasillos y habitaciones, aparecían esculpidas figuras también de hielo. Cada figura contaba una historia sobre este lugar. Este cuento es una de esas historias.  Llovía. El agua arreciaba con fuerza mientras la penúltima lágrima se precipitaba al vacío. Miraba al horizonte y escuchaba el cálido ambiente de la aldea, las tiernas canciones navideñas y el infantil jolgorio de traviesos niños con sus abuelos. Todo quedaba tan cerca y tan lejos a la vez. El solitario viajero alzó la mirada y contempló las estrellas. Dialogó con ellas y les pidió ayuda. Su alma, agotada, no dejaba de sangrar. Demasiados desencuentros, tortuosos caminos repletos de falsedad y traición. Ilusiones desvanecidas, sueños vencidos en pupilas ajenas, inaccesibles cuestas en soledad, metas en mitad de desiertos... Estaba ca

Feliz Navidad

Quedan sólo unos días para Navidad. Preparemos nuestros corazones. Es tiempo de paz y de buenos sentimientos. Tengamos un recuerdo para cada uno de nuestros seres queridos y dediquémosles uno de nuestros mejores deseos. Os dejo en la compañía de una cita y de un cuento. La cita corresponde a uno de los mejores libros que se pueden leer por estas fechas, cuyas letras deberían marcar nuestro caminar cada día del año. El cuento, aunque en verso, es mi preferido. Es para leérselo a un niño por la noche, delante de la chimenea, bajo una mantita, acompañado de una rica infusión y un sabroso dulce navideño. Lo aprendí hace tiempo de una maravillosa persona, quien me lo enseñó (y recitó) con gran pasión y ternura. Para todos mis lectores de La Cosanostra, Feliz navidad

Y seguir confiando en que todo, alguna vez, podría suceder.

  "The End". Otra entrañable película más de Navidad que acababa de ver. Pijama azul con pantalones de cuadros, mantita verde, galletitas de jengibre, su acogedor sofá, "Bad Boy" (su inseparable taza) y los calcetines "todoterreno". Madrugada. Lluvia, frío y niebla tras los cristales. Dentro, una deliciosa y todavía humeante infusión impregnaba de misterio las pocas sombras que recorrían las paredes. Faltaban dos semanas para Navidad y para su cumpleaños. El hombre de hojalata, cansado pero relajado, había mandado a sus pensamientos zarpar hacia tierras exóticas y lejanas, de las que tardarían en regresar. El silencio seducía sus sentidos y una cálida sensación se apoderaba de su interior. Era uno de sus momentos preferidos, en el que se alejaba de la inercia, del cerril devenir y dejaba que un poderoso torrente de oculta energía emergiera desde su alma y lo envolviese, resbalando por sus mejillas y erizando cada ápice de su persona. Era el momento de los