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Mostrando entradas de diciembre, 2018

Versos de Navidad

Hoy os voy a dejar en la compañía de un poema de esos que huelen a mazapán de la abuela y a comida con la familia. Unos versos que nos devuelven esa infancia frente al Belén y ese aroma a canela y a Roscón. Feliz Navidad. El camello cojito (Auto de los Reyes Magos)  El camello se pinchó con un cardo del camino y el mecánico Melchor le dio vino. Baltasar fue a repostar más allá del quinto pino... e intranquilo el gran Melchor consultaba su 'Longinos’. —¡No llegamos, no llegamos y el Santo Parto ha venido!  Son las doce y tres minutos y tres Reyes se han perdido. El camello cojeando más medio muerto que vivo va espeluchando su felpa entre los troncos de olivos. Acercándose a Gaspar Melchor le dijo al oído: —Vaya birria de camello que en Oriente te han vendido. A la entrada de Belén al camello le dio hipo. ¡Ay qué tristeza tan grande en su belfo y en su hipo! Se iba cayendo la mirra a lo largo del ca

Eterna huida

Templado ha amanecido el día. Camino por las calles medio despiertas y me cruzo con los mismo rostros de todos los días. Hoy no me encuentro bien. Esa cruel garra de la tristeza, de la melancolía y esa familiar soledad acechan dentro de mí. A la cabeza acuden algunas de mis antiguas letras: esa rutina nocturna o ese oscuro pasajero se tornan demasiado actuales. El eterno retorno nietzscheano o la sonrojante imposibilidad de ser feliz. Quién sabe. Camino sin paso firme y con el ánimo bajo las sábanas. Pura inercia y reservas de amor propio. Una exigua ilusión inerte antes de ni siquiera nacer. Una caricia al loor del hogareño calor, una espera con mirada reconfortante en el limbo de los espejismos. Anhelos de sonrisas dibujadas en el espejo del otro. Deseos de risas compartidas en el mural vaporoso de la complicidad. La grisácea acera es hoy más inhóspita que de costumbre. La cabeza embotada, víctima del insomnio, sobrevive mediante latidos de trivialidad. La oscurida