Días oscuros, tibios, que se van ennegreciendo desde el mismo amanecer, desde la primera respiración. Desagradables mañanas sin luz, sin olor a despertar, sin aroma a oportunidades. Rutinas que acrecientan el áspero sabor a soledad; triviales inercias condenatorias que pululan alrededor del ánimo y se acaban enquistando en cada ventrículo. No lo permitan. No se lo permitan. Ni a esos nefastos días, ni a aquellos crueles minutos, segundos, horas o cercenados momentos. No se lo permitan. A nada ni a nadie. No permitan que los olviden: recuérdenles que existen, de manera que para obviarlos se encuentren en la obligación de zambullirse en la vergüenza. No dejen que se aprovechen de su nobleza, de su amistoso ofrecimiento. No caigan en el error de creer en las pírricas promesas: sólo en aquéllas que van acompañadas de sinceras miradas. Retomen las sonrisas: a cada persona, a cada viandante, al sol, a la luna y a esa suave ráfaga de viento que dialoga con nuestra piel.
Osado, imprudente y temerario lector. Está usted a punto de adentrarse en un mundo desconocido,donde la tristeza y la pasión son inseparables. Un mundo repleto de gemidos en la noche, jirones en sensibles corazones, insomnio y duras lágrimas sobre intencionadas miradas. Un mundo de maliciosas gotas de sangre, rosas con espinas y educadas sonrisas tras cada venganza. ¿Se atreve a entrar? Benvenuto nella Cosanostra.