Su ausencia dolía como una raspa entera de pescado atravesada en la tráquea. Pero debía avanzar. No se trata de estar conmigo o no, idiota. Se trata de estar con los muertos. (Comisaria Ruiz, El sueño de la razón ) Me había despertado el olor de mi propio vómito y una intensa punzada en el muslo derecho. Palpé rápidamente con la mano: era sangre. Tenía la pierna cubierta de sangre. Me sentía algo mareado y aturdido, los párpados pesaban demasiado y mi cuerpo se encontraba totalmente entumecido, abotargado. La ventana y la puerta permanecían cerradas, y el único halo de luz que prestaba unas respetables tinieblas a mi habitación era el que se colaba por los finos agujeros de una convencional persiana. Un tenue halo de luz que, sin embargo, era más que suficiente para verlo. Para vernos. Habíamos aterrizado en Fort Lauderdale pasada la noche. Un cómodo trayecto en Uber había servido para relajarnos y recordar algunas fotografías y episodios de nuestra pequeña aventura. Días e
La Cosanostra
Osado, imprudente y temerario lector. Está usted a punto de adentrarse en un mundo desconocido,donde la tristeza y la pasión son inseparables. Un mundo repleto de gemidos en la noche, jirones en sensibles corazones, insomnio y duras lágrimas sobre intencionadas miradas. Un mundo de maliciosas gotas de sangre, rosas con espinas y educadas sonrisas tras cada venganza. ¿Se atreve a entrar? Benvenuto nella Cosanostra.